BLOG

YOSEMITE: SUPER ESCALADORES AL LÍMITE

Una nueva generación de superescaladores pone a prueba sus límites en el Parque Nacional Yosemite y, en la galería de fotos, Jimmy Chin nos introduce en la cultura de la escalada extrema.

1 / 15

Sin cuerdas

Sin ninguna cuerda, Dean Potter escala una vía de Glacier Point bautizada como Heaven.

Foto: Mikey Schaefer


2 / 15

“Estaba al límite de mis posibilidades”

Sosteniéndose a duras penas con una mano untada en magnesio para un mejor agarre, Cedar Wright ignora el dolor muscular mientras atraviesa el techo de Gravity Ceiling, una vía de Higher Cathedral Rock. “Estaba al límite de mis posibilidades –dice–, pero me sentía tranquilo”.

Foto: Jimmy Chin


3 / 15

Cara noroeste del Half Dome

Composición de cuatro imágenes. La escalada de la cara noroeste del Half Dome por la llamada vía Regular comporta grandes riesgos, pero esta grieta ofrece un bienvenido descanso a Alex Honnold, que se convirtió en una estrella a los 23 años al completar la primera ascensión sin cuerda de la famosa ruta.

Foto: Jimmy Chin


4 / 15

Sol abrasador

El sol abrasador invita a Tommy Caldwell (a la izquierda) y a Kevin Jorgeson a hacer un descanso en el intento de escalada libre de una vía nueva de El Capitán.

Foto: Jimmy Chin


5 / 15

Viviendo en una hamaca

Cuando acometen una vía, Jorgeson (a la izquierda) y Caldwell pueden vivir hasta 15 días en una hamaca a 457 metros de altura sobre el valle. ¿Los lujos más sibaritas? Una cafetera de émbolo y los iPhones (que cargan con una placa solar).

Foto: Jimmy Chin


6 / 15

“¡Si apenas toco la pared!”

Para agarrarse a las minúsculas presas de El Cap, una pared prácticamente lisa, hacen falta una montaña de determinación y una fuerza digital que sólo nace del entrenamiento. Aunque Kevin Jorgeson lleva tres años ascendiendo partes de esta vía, la foto lo dejó impactado: “¡Si apenas toco la pared!”.

Foto: Jimmy Chin


7 / 15

Aferrado con las yemas de los dedos

“Puedes estar más fuerte que nunca y aun así no estar preparado para estos movimientos”, asegura Jorgenson, en esta imagen aferrado con las yemas de los dedos a los resaltes apenas visibles de El Capitán. El escalador se entrena día y noche para mantenerse en forma.

Foto: Jimmy Chin


8 / 15

Bajando en monopatín

En El Capitán, la cuerda de 60 metros conocida como Alcove Swing (“el columpio de la alcoba”) atrae a escaladores y a sus colegas en busca de una nueva forma de diversión cargada de adrenalina; hay quien baja la rampa en monopatín para ganar inercia.

Foto: Jimmy Chin


9 / 15

Conviviendo en el campo 4

En tierra firme, los escaladores conviven en el mítico campo 4, que incluye las viviendas del personal de búsqueda y rescate.

Foto: Jimmy Chin


10 / 15

“Una ruta de ensueño”

Kate Rutherford no oye nada cuando escala tan cerca del rugido de la cascada Yosemite. Tampoco ve demasiados resaltes a los que agarrarse. El agua pule la roca y la deja lisa “como el cristal”. Para ascender tiene que introducir una y otra vez las manos encintadas en las fisuras. Lo espectacular del panorama compensa las incomodidades. Esta vía de escalada se llama Freestone (“piedra libre”), dice Rutherford, porque es “una ruta de ensueño”.

Foto: Jimmy Chin


11 / 15

Mirando hacia fuera porque “mola más”

Esta placa granítica de 13 metros del Half Dome, conocida como Thank God Ledge (“repisa gracias a Dios”), es el único modo de dejar atrás el Visor, un techo colosal de la vía Regular de la cara noroeste. Casi todos se arrastran por este saliente, explica Alex Honnold, pero él prefiere ir andando, mirando hacia fuera, porque “mola más”. Los 30 segundos que se tardan en recorrer la repisa no exigen la más mínima competencia escaladora, pero hasta Honnold reconoce que impresiona ver los 550 metros de desnivel.

Foto: Jimmy Chin


12 / 15

“Como si flotara en el espacio”

“Es como si flotara en el espacio”, dice Dean Potter, suspendido sobre la cascada Yosemite. Los vientos racheados y una neblina cegadora dificultan el equilibrio sobre una cuerda de 2,5 centímetros de grosor a 792 metros del suelo. Un cable sujeto a la cintura lo protege del desastre.

Foto: Jimmy Chin


13 / 15

Salto BASE en Yosemite

Saltar desde el Half Dome es ilegal, pero en Yosemite el salto BASE es un deporte cuya popularidad está creciendo por momentos. Los escaladores dicen que descender al valle en paracaídas es más rápido, y más divertido, que recorrer a pie todo el camino por la vertiente de la montaña.

Foto: Lynsey Dyer


14 / 15

Se acerca mal tiempo

“Hacemos planes y soñamos”, afirma la veterana escaladora de Yosemite Kate Rutherford (de rojo), quien pasa mucho tiempo en el prado de El Capitán estudiando guías con sus amigos en busca de nuevos retos. Armada de prismáticos, Libby Sauter vigila a unos amigos que están escalando El Cap; se acerca mal tiempo.

Foto: Jimmy Chin


15 / 15

Tercer zigzag del Half Dome

Alex Honnold aborda sin cuerda el tercer zigzag del Half Dome. Sólo le queda otro largo complicado en los tres últimos antes de alcanzar la cumbre.

Foto: Jimmy Chin


Es sábado por la mañana, un día radiante de septiembre. Un joven se aferra a la superficie pétrea del Half Dome, una pared vertical de granito de 650 metros en el corazón del valle Yosemite. Está solo, y a tanta altura que quizá sólo reparen en él las águilas. Agarrado únicamente con las puntas de los dedos a una regleta fina como el papel de fumar, los pies de gato adheridos a las ondulaciones de la roca y Eminem a todo volumen en el iPod, Alex Honnold pretende lograr lo que nadie ha intentado: escalar sin cuerda la vía Regular de la cara noroeste del Half Dome. Le quedan menos de 30 metros para coronar cuando ocurre algo que puede salirle caro: pierde un átomo de confianza.

Honnold lleva dos horas y tres cuartos extremadamente concentrado, ejecutando cientos de movimientos atléticos con impecable precisión, uno detrás de otro, sin vacilar ni una sola vez. En la práctica del solo integral, es decir, la escalada libre en solitario con la única ayuda de una bolsa de magnesio y pies de gato (sin cuerda, ni arnés, nada que te ayude a adherirte a la roca salvo tu propia fe y habilidad), dudar es peligroso. Si a Honnold le fallan los dedos, o si simplemente cree que pueden fallarle, se precipitará a una muerte segura. Y ahora, cuando el hechizo se rompe de repente a causa del cansancio mental ante la superficie lisa y casi cristalina de la roca que tiene delante, se queda paralizado.

Si a Honnold le fallan los dedos se precipitará a una muerte segura

Dos días antes, cuando escaló con cuerda la misma vía a toda velocidad, no se había sentido así. La ascensión fue tan bien que estaba seguro de poder repetirla en solo integral. La primera vez que se escaló el Half Dome, en 1957, el californiano Royal Robbins y su equipo tardaron cinco días. Para llegar a la cima, a 1.475 metros sobre el valle, clavaron en la roca alrededor de 100 pitones, unas finas cuñas de acero en las que enganchaban las cuerdas de escalada (un estilo llamado escalada artificial). Una generación más tarde, en 1976, Art Higbee y Jim Erickson, de Colorado, escalaron el Half Dome prácticamente en libre (a base de introducir pies y manos en las fisuras, y usar las cuerdas sólo para frenar posibles caídas) en 34 horas. El solo integral de Honnold elevaría el listón a cotas inconcebibles.

Aferrado al granito, Honnold vacila, con sumo cuidado se unta magnesio en una mano, luego en la otra; atento, coloca los pies en unas presas tan mínimas que se dirían invisibles. Y de repente reanuda la ascensión, avanza un pie, frotando el pie de gato contra el saliente resbaladizo. Se agarra. Desplaza la mano a otro resalte, agarrotando los dedos en torno al minúsculo saliente. En cuestión de minutos ha alcanzado la cumbre.

Fuente: https://www.nationalgeographic.com.es/

National Geographic España


Scroll to top